El Aprendizaje Permanente, o Aprendizaje para toda la vida en su traducción más literal del inglés Long Life Learning, no es una idea nueva. El movimiento obrero británico a través de organizaciones como la Workers Educational Association organizaba cursos para los trabajadores con el objeto de mejorar su cualificación, así como para proporcionar acceso a recursos de aprendizaje y actividades sociales. Si bien estas actividades estaban orientadas hacia la cualificación profesional en el fondo residía un espíritu a favor de la educación como instrumento para forjar personas más libres.
Actualmente, la presencia de productos con un ciclo de vida más corto, junto a la velocidad cada vez mayor de adopción y aplicación de nuevas tecnologías en el puesto de trabajo así como la creciente inestabilidad de los empleos, ha llevado a las organizaciones a replantear el aprendizaje continuo a lo largo de la vida profesional de los individuos, para actualizar sus competencias profesionales y conocimientos o adquirir nuevas competencias profesionales, y por extensión a lo largo de toda la vida, en base a las connotaciones sociales y culturales que hoy día tiene el aprendizaje y la mayor esperanza de vida en el primer mundo.
Más concretamente, el Parlamento Europeo, a través de la decisión 1720/2006/CE, estableció un nuevo “programa de acción en el ámbito del aprendizaje permanente» a desarrollar en siete años desde 2007: el Longlife Learning Program [LLP]. Este programa incluye, en un planteamiento global, programas como ERASMUS, COMENIUS, GRUNDTVIG o el Jean Monnet, entre otros.
Los objetivos del programa son “contribuir, mediante el aprendizaje permanente, al desarrollo de la Comunidad como sociedad del conocimiento avanzada, con un crecimiento económico sostenible, más y mejores puestos de trabajo y una mayor cohesión social, garantizando al mismo tiempo una buena protección del medio ambiente en beneficio de las generaciones futuras. En particular, pretende estimular el intercambio, la cooperación y la movilidad entre los sistemas de educación y formación dentro de la Comunidad, de modo que se conviertan en una referencia de calidad mundial”.
Como decía Dolors Reig en Nuevas estrategias formativas para las organizaciones «…el aprendizaje para toda la vida se convierte en el contexto de la sociedad dinámica del conocimiento, en una competencia o actitud básica para el éxito en entornos corporativos o profesionales…».
De entre las ocho competencias clave que recoge la recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de diciembre de 2006, hay dos para las cuales los Entornos Personales de Aprendizaje pueden desempeñar un papel fundamental:
- Aprender a aprender, competencia vinculada al aprendizaje, a la capacidad de emprender y organizar un aprendizaje ya sea individualmente o en grupos, según las necesidades propias del individuo, así como a ser conscientes de los métodos y determinar las oportunidades disponibles.
- La competencia digital, que conlleva un uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información y, por tanto, el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Los PLE, ya sea utilizados como herramienta de aula para la gestión del conocimiento con nuestro alumnado, ya sea para gestionar nuestro propio aprendizaje, participando en redes profesionales, contribuyen tanto a la mejora de las competencias digitales de quienes los usan como al desarrollo de la competencia aprender a aprender, en tanto que son herramientas que permiten al usuario a tomar las riendas de sus propios aprendizajes.
PARA AMPLIAR:
Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente [Diario Oficial L 394 de 30.12.2006]
Personal Learning Enviroments: The future of eLearning? [pdf] [de Graham Atwell]
Aprendizaje durante toda la vida en la Economía Global del Conocimiento [traducción del informe del Banco Mundial]